dimarts, 25 de maig del 2010

OBESIDAD Y TRATAMIENTO



Un 42% de los enfermos obesos tiene alguna patología psiquiátrica asociada a la obesidad, según datos de un estudio de la psicóloga del Institut Universitari Dexeus, Cristina Martínez, realizado con pacientes intervenidos de balón gástrico en este centro y presentado hoy en la XXIII Jornada de Terapia del Comportamiento y Medicina Conductual en la Práctica Clínica.


De este 42%, cerca de un 23% padece el llamado 'trastorno por hartazgo', episodios de sobreingesta; un 12% depresión y un 7% otros trastornos de conducta, cognitivos o mentales. El estudio se presentará mañana en la jornada.


Una detección precoz psicológica y psiquiátrica y un seguimiento posterior del paciente que se tiene que someter a una intervención quirúrgica de cirugía bariátrica o de la obesidad mejora el resultado de la operación y favorece y acelera la recuperación del paciente, según el Instituto Universitari Dexeus.



En concreto, la técnica del balón intragástrico combinada con una reeducación alimentaria y cognitiva del paciente mejora su imagen corporal y su estado de ánimo, hecho que favorece que se recupere más rápido de la intervención y que la pérdida de peso sea significativa desde el primer día, mejorando su calidad de vida.


Las intervenciones psicológicas en los pacientes obesos inciden en las vertientes conductual y cognitiva. La terapia conductual enseña a través de una reeducación alimentaria las pautas de nuevos hábitos alimenticios, estableciendo estrategias de control de estímulos, modificando el estilo de alimentación en relación a una dieta sana y equilibrada y también a modificar los patrones de la actividad física.


Desde el punto de vista cognitivo, se tratan los pensamientos distorsionados, la imagen corporal negativa, el bajo estado de ánimo o la desmotivación con mensajes positivos para mejorar la autoestima.


El Institut Universitari Dexeus ha constatado que los pacientes a los que se les ha practicado este tipo de cirugía bariátrica y no han recibido apoyo psicológico están más insatisfechos con su imagen corporal y tienen más trastornos psicológicos, que los enfermos que han sido evaluados y tratados antes de la operación.


La intervención psicológica en las operaciones de balón intragástrico consisten en una visita previa a la operación donde se evalúa al paciente mediante un cuestionario para detectar patologías alimentarias o psicopatológicas asociadas y una entrevista donde se valoran las actitudes, conductas, comportamiento, antecedentes personales y motivación.


Tras la intervención se hace un seguimiento mediante visitas de control, donde se realiza una valoración de la percepción de la imagen corporal que tiene el paciente y la adaptación de nuevos hábitos alimenticios. La media de reducción de peso por la colocación de un balón gástrico es de 20 kilogramos en siete meses.


La obesidad, que afecta a un 14,5% de adultos y un 13% de niños españoles, puede reducir la esperanza de vida hasta siete años y favorece enfermedades como la diabetes, la artritis y la artrosis, el tromboembolismo pulmonar, hernias, varices, cáncer o afecciones dermatológicas.


Nueva terapia contra la obesidad




Las doctoras Mariela Sabadini y Silvia Sbdar hablaron de las causas del fracaso de los tratamientos que se inician para bajar de peso. Aseguraron que el principal factor para una de las enfermedades más difíciles de tratar es el terapéutico.


La obesidad es una enfermedad muy difícil de tratar y por ello muchos de los métodos habituales para bajar de peso resultan un fracaso total. Ante ello, las doctoras Mariela Sabadini, especialista en Nutrición Clínica en la Obesidad, y Silvia Sbdar, dedicada a la psiquiatría y psicología médica, formularon una estrategia que actúa, en principio, desde lo terapéutico y que pretende entregar al individuo las herramientas necesarias para afrontar los estereotipos y prejuicios de una sociedad que rinde culto a la delgadez y margina al obeso.


La obesidad es definida por un incremento en el porcentaje del tejido adiposo corporal, frecuentemente acompañado de aumento de peso cuya magnitud y distribución condicionan la salud del individuo. Se trata de una enfermedad epidémica, metabólica, crónica, heterogénea y estigmatizada que se determina, casi en el 70 por ciento de los casos, por factores genéticos y medioambientales, según lo detallaron las especialistas.

La mayoría de los pacientes que inician tratamientos para bajar de peso interrumpe el recorrido a mitad de camino por considerarlo un fracaso que generalmente encuentra su causa en el hecho de que no se reconoce el carácter multifactorial o heterogeneidad de los factores que la generan. “Es que a veces sólo se piensa que el obeso es una persona con gula y fiaquenta”, indicó una de las especialistas.


Identificaron como fuente de las constantes frustraciones en las metodologías adoptadas a “la poca especialización de quienes la tratan”, muchas veces “con una dieta sacada de un cajón, para todos igual y sin previa evaluación de las necesidades metabólicas, el gasto energético, el entorno, lugar que ocupa en la sociedad y los gustos alimentarios de cada paciente”. Es que a veces parece que “sólo importa la balanza y si no se cumple con ella, hay un enfoque sancionador”, enfatizaron.


Contra los ideales de belleza inalcanzables, los gurúes que pregonan la magia del descenso con dietas muy magras en las que sólo interesa el descenso, las jóvenes especialistas proponen considerar la problemática del obeso desde lo psicológico, es decir, preguntándose “qué hay en su vida que lo lleva a comer, cuál es la necesidad emocional que quiere saciar y cuál es el vacío que quiere llenar”.


Para ello, desarrollaron una estrategia terapéutica en la que proponen articular aspectos nutricionales, farmacológicos, físicos y cognitivos conductuales. En primer lugar aconsejan enfrentarse con las consecuencias psicosociales de la estigmatización de la que es objeto la obesidad, pudiendo interactuar como factores desencadenantes de trastornos de ansiedad, atracones, disturbios de la imagen corporal, depresión, baja autoestima, trastornos sexuales y abuso de sustancias.


Para alcanzar resultados óptimos, dejan al alcance de los enfermos varias terapias, entre ellas la motivacional, donde se busca resolver la ambivalencia frente al cambio; la psicoeducación, con información acerca de la enfermedad que le permita cambiar actitudes y comportamientos; la cognitiva conductual, para crear habilidades que promuevan cambios de conducta, afianzamiento del cambio y prevención de recaídas; las psicoterapias psicoanalíticas, desde donde se trabaja la ansiedad, los atracones aislados, los trastornos afectivos y la autoestima; el abordaje grupal y, finalmente, la terapia de la imagen corporal, “que en materia de obesidad se torna básico y fundamental”, concluyeron las médicas.